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Driller
Una de las cosas que más me gustan en la vida es visitar una Sex Shop y es que es una experiencia maravillosa, como que desde que entro siento una especie de adrenalina –de la buena- en todo mi cuerpo, mi corazón empieza a latir a mil por hora y siento un cosquilleo en el estómago que no sé cómo explicar, pero que me encanta.
A la que yo voy –y bastante seguido, por cierto- es obviamente Erotika Love Store, la que está en Amberes, aunque ahí hay dos, una pegada a la otra, pero la que a mí más me gusta es la que está de lado derecho…
¿Por qué esa en particular?
Pues les podría dar miles y miles de razones, como que es la más linda, la que me queda cerca de mi trabajo, que ya soy muy amiga del gerente que se llama Arturo, que siempre tienen las últimas novedades, que es un lugar donde me siento bastante segura…
Pero la razón principal es que justamente se trata de la primera Sex Shop a la que entre en mi vida, de esto hace ya algunos años, no voy a decir cuantos, pero para que se den una idea mi primer vibrador lo compre ahí, aunque en esa época no se utilizaban las selfies para constatarlo.
Y bueno, a partir de ese momento se convirtió en mi tienda favorita, la responsable de muchos, muchisisisisimos de mis orgasmos.
Lo curioso de todo esto –y el objetivo de todo lo que les estoy contando- es que Karla, una de mis mejores amigas, que se hace la fresa, pero que en realidad es de lo más mustia del mundo, nunca –y esto es nunca- ha entrado a esa o para el caso a cualquier Sex Shop, sí, así como lo leen, a la mujer al parecer le salen ronchas si llega a entrar a una tienda de este tipo y créanme que he tratado de llevarla vaaaarias veces, es más hasta la he arrastrado y nada, por lo que a veces cuando “vamos” juntas ella se queda en el café de la esquina esperándome, mientras que yo compro doble de todo.
En algún momento cuando ya se pudo comprar en línea, pensé que Karla ya iba a olvidarse de mis “servicios” y comprar sus productos por sí sola, digo es de lo más fácil de mundo, no tienes que hacer nada más que meterte a tu compu, poner la dirección, escoger lo que quieres, pagarlo y en un par de días –o antes- llega a tu casa.
Pues ¿qué creen?
Que no lo hizo, cuando le pregunte la razón, la mujer me salió con miles de pretextos como:
¿Imagínate que lo reciba mi portero? ¿O peor aún, alguno de mis vecinos?
¿Y si tengo un problema con el envío o con el banco?… ¿qué les digo?
No me llego mi vibrador… ¡Ni loca!
Y bueno, por más que le explique que te llega en una caja de cartón donde nadie –ni siquiera tu vecina más chismosa- puede darse cuenta de lo que se trata, ella me ignoro por completo.
Así que imagínense mi sorpresa cuando justo el otro día, para una fiesta de Halloween le comenté que iba a ir a Erotika a comprarme un disfraz, algo de lencería y checar las novedades, para ver si se le ofrecía algo y la muy cabrona me respondió orgullosamente que ya lo había comprado.
¿¿¿Qué???
!!!No lo puedo creer!!!
¿Me cambio por otra amiga?
¿Quién?
Respire profundo y después de tomarme medio vaso de agua y pasar por un silencio de lo más incómodo, le pregunte:
¿Quién te hizo el favor de comprarte algo de ahí?
Y no saben lo feliz y relajada que me sentí cuando me respondió:
Lo compre por Rappi
Y es que Karla es así, desde que salió Rappi, ella casi no sale de su casa, pide su comida, sus chelas, sus cigarros y hasta sus chicles por medio de esa aplicación.
Y es así como un buen día, descubrió que ya podía pedir todos sus juguetes sexuales de Erotika por medio de ahí, como ella misma lo explica de manera efusiva:
Es una maravilla, encuentras de todo y a unos precios increíbles y lo más wow es que desde que lo pides puedes seguirle la pista a tu repartidor, así que de entrada ya sabes a que hora va a llegar tu pedido, por lo que no hay manera de que nadie más lo reciba, claro que me da penita con el repartidor, pero siempre puedes decirle que es para una amiga… bla, bla, bla.
Su choro seguía y seguía mientras yo pensaba que somos opuestas y es que yo soy más chapada a la antigua, a mí me gusta ir a la tienda y vivir toda la experiencia.
Lo mismo me pasa con los libros –nunca leería uno en la computadora- oo hasta con el super, que prefiero ir y yo personalmente escoger las frutas y verduras que me voy a tragar a pedirlas por teléfono y que alguien las escoja por mi.
Pero como bien dicen por ahí en gustos se rompen géneros ¿o no?
Pero bueno, con lo que me quedo de toda esta experiencia, es que ya no voy a tener que comprarle a Karla nada de juguetes sexuales y bueno, además aprendí que con Rappi, no sólo puedo conseguir descuentos muy chingones, sino que tengo a mi disposición a mi tienda favorita con servicio a domicilio para cualquier emergencia y miren que a mí se me da mucho aquello de las emergencias…