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Driller
Esta semana me enteré –a través de Facebook- que el 19 de noviembre se celebra el día internacional del hombre, por lo que me metí a investigar un poco más de que va este día, de entrada, les puedo contar que fue establecido en 1992 por un profesor de la Universidad de Missouri-Kansas y popularizado desde 1999, cuando comenzó a conmemorarse internacionalmente… y no ni enterada.
Algo que también descubrí, es que uno de sus objetivos es promover modelos masculinos positivos; no solamente actores y deportistas, sino también hombres de la vida real, que viven vidas dignas y honradas… lo que sea que esto signifique.
Al leer esto decidí que es el momento ideal para celebrar a todos aquellos hombres que me han hecho feliz –en la cama, obviamente-
Y es que la verdad no son muchos, ya no sé si tengo mala suerte con los hombres, ya que generalmente siempre me tocan patanes o que el mundo está lleno de patanes y las probabilidades de que no me toque un patán es de una en un millón.
Pero bueno, hablemos de estos grandes hombres que forman parten de esta rara excepción, que a decir verdad, se trata de una raza en peligro de extinción.
Aunque antes quiero aclarar que no estoy hablando de esos “caballeros” que te abren la puerta o que te invitan a cenar y/o te regalan flores, ya que por experiencia les puedo decir que esos son definitivamente los peores y es que generalmente estos tipos no dan paso sin huarache y si se esmeran por quedar bien contigo es porque quieren algo a cambio… ¿estamos?
Los hombres que hay que celebrar son todos aquellos que cuidan su imagen, traen un buen corte de pelo, buen cuerpo, pero sobretodo buen aliento, sus manos limpias y cuidadas, buenos zapatos y una buena ropa interior.
¿O qué?
¿Sólo nosotras nos tenemos que arreglar?
Y es que yo de verdad creo que no es tan difícil complacer a una mujer, de entrada, aunque parezca obvio, es vital ¡Y tomen nota! que nos hagan sentir cómodas; que nos acaricien, nos besen, nos hagan masaje… y es que para nosotras el juego previo –también conocido como foreplay- es básico, lo que queremos aquí es sentirnos deseadas, digo, no hay nada más molesto que toparse con uno de esos típicos hombres que de entrada lo único que quieren es penetrarte.
Ojo amigas: hay que alejarse de esos patanes, nada como darle tiempo al tiempo, pasito a pasito, aunque el destino sea el mismo, hay muchas maneras de llegar a él y justo el camino directo –y sin escalas- es el menos placentero.
Por lo que es im-pres-cin-di-ble que se tomen su tiempo y que no vayan directo a meter su miembro en nuestra vagina y es que a muchos todavía no les ha caído el veinte de que hay que calentar el horno antes de meter el pastel.
Para los que no lo sepan, las mujeres tenemos varias zonas erógenas o hotspots, que nos gusta –y muuuuuuuuuuuuuuucho- que nos estimulen, la idea aquí es que las vayan descubriendo, ahora que, si no son capaces de descodificar nuestro lenguaje corporal, pueden preguntar... Digo, no hace falta hacer un cuestionario, pero no tiene nada de malo preguntar que nos gusta y que no… Yo una vez tuve un novio que recorrió todo mi cuerpo con su lengua y él solito se daba cuenta que era lo que más me prendía, y aunque no están para saberlo, ni yo para contarlo, mis hotspots son los pezones, el cuello y la ingle.
Ahora vamos a un tema que da mucho de que hablar y este es el sexo oral…
Y es que a los hombres les encanta recibirlo, pero son muuuuuuuuy pocos los que lo dan, nunca voy a entender por qué la mayoría de los hombres descuidan al clítoris cuando deberían de centrarse mucho, pero muuuuuuuuucho más en él.
A ver amigos… Hay que adentrarse en el sexo oral sin miedo y sin límites y eso si, con una gran maestría en la lengua, ya sea moverla de arriba abajo o bien de un lado al otro, lo ideal es que se echen el abecedario simulando las letras con la lengua… Entienden lo que les estoy diciendo ¿verdad?
Después de esto ya estamos más que listas para la penetración y no nos gusta que sean rudos, sino que vayan de poco a poco–y con lubricante- ya una vez adentro el movimiento debe de ir aumentando, la idea aquí es agarrar el mismo ritmo y aguantar que los dos lleguemos al orgasmo, hay que evitar esos eyaculadores prematuros que se vienen y se van… literal.
Y es que no hay nada peor ¡Y esto va para todos ustedes hombres necios! que irse en el instante en que han eyaculado, lo más importante aquí es tener claro que ambos hayamos terminado, y que ambos hayamos pasado igual de bien, porque me han tocado varios hombres que acaban y que ni siquiera se percatan que nosotras todavía no hemos acabado y lo peor es que ni se molestan en que lo hagamos, a esos hombres no hay que celebrarles nada.
Además, muchos de estos hombres justo al terminar cometen el error de irse al baño a limpiarse, o vestirse, o dormir, o prender su compu, o checar su Instagram, o poner Netflix u otras conductas parecidas, que rompen el ambiente íntimo donde se puede generar mucha complicidad y crear un espacio donde compartir.
Por lo que no solamente deben de confirmar que nosotras también hemos llegado al orgasmo, sino que además deben de estar conscientes de que una vez terminado el acto vamos a requerir de nuevo –si, otra vez, se joden- de varias caricias y besos para ser realmente felices…
Ahora si ¿quién se anima a celebrar los hombres que cuidan todos estos detalles y nos hacen llegar al osgarmo, no sólo en su día, sino todos los días?